En el año 1998, dos equipos internacionales de investigación, el Supernova Cosmology  Project y High Z Team, que observaban supernovas termonucleares, estrellas de gran luminosidad, advirtieron que estos astros se encontraban entre un 10% y 15% más distantes de lo esperado. El resultado, apuntaba a que el universo, en vez de desacelerar su expansión por efecto de la gravedad, estaba en lugar expandiéndose a un ritmo cada vez mucho mayor. Esta aceleración solamente podía estar provocada por una componente que actuaría contra la gravedad, que actualmente luego de ser confirmado este desconcertante descubrimiento en el mundo científico, se conoce por el nombre de “energía oscura”.

En el libro La aceleración del universo, su escritora la investigadora del CSIC Pilar Ruiz-Lapuente, miembro del Supernova Cosmology Projet, describe como este hallazgo ha dado lugar a uno de los capítulos más extraordinarios en nuestro conocimiento del gran universo. “Antes de que se conociera la existencia de la energía oscura y el efecto al que da lugar, se creía que el cosmos frenaría su expansión bajo la acción de la gravedad y volvería progresivamente a tener menor tamaño, hasta el colapso en un Big Crunch. El camino hacia el Big Crunch sería como una película al revés del Big Bang. Las galaxias se acercarían en vez de alejarse las unas de las otras, y la densidad del universo y su temperatura serian cada vez mayores hasta que se produjera el colapso. Sin embargo, lo que descubrimos en 1998 y hemos confirmado a día de hoy, es que el universo se expandirá cada vez a mayor ritmo”, señala la autora.  


Sí el universo sigue expandiéndose de esa manera, “llegará un momento en que el gas que se une para formar estrellas estará ya tan diluido que el ritmo de formación estelar será prácticamente nulo. Las galaxias se habrán alejado enormemente unas de otras, se habrán desligado gravitatoriamente muchas de ellas y el horizonte quedara vacío. Se irán apagando el cielo y la vida. Sera un final oscuro”, confirma Ruiz-Lapuente
El descubrimiento de la aceleración del universo ha suscitado un gran número de preguntas que son abordadas en el libro, con la visión de que puedan ser respondidas por la ciencia en los próximos años, mientras que se amplíe el conocimiento que tenemos sobre la energía oscura. “Cada día se publican decenas de artículos sobre el tema, un gran número de proyectos están dando más información y para la década de 2020 a 2030, se espera una respuesta definitiva gracias a una nueva red de telescopios que serán capaces de averiguar con precisión que es la energía oscura, desvelando uno de los interrogantes más importantes de las física actual”, dice la investigadora del CSIC.

Un universo que favorece a la vida

El libro aborda un conjunto de cuestiones que sirven para entender el universo que habitamos. Una de ellas es el papel que la energía oscura y otras características hacen que el cosmos sea “favorable a la vida”. La proporción de energía oscura que existe en todo el universo, explica Ruiz-Lapuente, “es la que permite crear galaxias y cúmulos de galaxias y que el universo se desarrolle de tal forma que procesos largos, como el de la creación de formas de vida, tengan lugar. La edad del universo, es de 13.700 millones de años, es tal porque junto a la materia, que de ser muy abundante haría que el universo colapsara sobre sí mismo, ha dominado la presencia de la energía oscura. Ello ha marcado el compás de la formación de galaxias, cosa que podría no haber sucedido en un universo muy diferente al nuestro”.
Dividido en nueve capítulos, el libro también habla de los avances y de las personas que contribuyeron a este descubrimiento, de la expansión del universo a comienzos del siglo pasado y describe las misiones espaciales y las grandes instalaciones en construcción que se pondrá en marcha en la próxima década para desvelar la naturaleza de la energía oscura.

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