La naturaleza es indudablemente sabia: los seres humanos contamos en nuestros organismos con unas proteínas llamadas anticuerpos, éstos son segregados por el sistema inmunológico y luchan contra los organismos externos causantes de enfermedades. Dentro de los tipos de anticuerpos se encuentra el anticuerpo policlonal y el monoclonal. El primero, consta de inmunoglobulinas producidas por diversos linajes de linfocitos B que reconocen un mismo antígeno pero reaccionan ante los distintos epítopos del mismo. El anticuerpo monoclonal, centro de este artículo, lo estudiaremos a continuación. 





Anticuerpo monoclonal y su función

Opuesto al anticuerpo policlonal, el anticuerpo monoclonal es producido por un único clon de linfocitos B, por lo tanto, reconocerá un mismo antígeno y se unirá solamente al mismo epítopo. Esta característica le permite ser más específico al momento de atacar a un gen externo y reduce la probabilidad de reacciones cruzadas no deseadas. Además, en ellos no surge variabilidad entre lotes lo que permitiría la reproducción en los resultados, en caso de que un ensayo sea constante.

Como el anticuerpo monoclonal puede adherirse a una sustancia en específico –sea tóxica o no– se ha utilizado con gran éxito para tratar algunos tipos de cáncer. Puede atacar por sí mismo o también trabajar como mecanismo de desplazamiento más directo para medicamentos y materiales radiactivos. Hasta ahora, ha funcionado apropiadamente en el tratamiento de enfermedades como psoriasis, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, cáncer colorrectal, cáncer de mama y cáncer de cabeza y cuello. 

Sumado a su participación en los tratamientos médicos, los anticuerpos monoclonales también pueden contribuir en otros aspectos: en la investigación biomédica ya que logran identificar y clonar genes; en el diagnóstico pues su característica principal les permite reconocer y monitorear cualquier estructura química específica; pueden además ser catalizadores de diversas reacciones químicas y también fungir como biosensores (es decir, que logran percibir la contaminación de moléculas orgánicas e inorgánicas).

Desventajas

En primer lugar, los anticuerpos monoclonales desarrollan los hibridomas –resultado de la fusión con las células cancerosas– en un período extenso de tiempo, lo cual se traduce en un costo más alto debido al uso de tecnología compleja. Otra gran desventaja está relacionada con su mayor beneficio: la especificidad, y es que al concentrarse en un solo epítopo no podrá reconocerlo más adelante en caso de que éste se vea alterado por el tratamiento químico. También el ser tan definido podría afectar la investigación cuando se quiera buscar diversas proteínas que guardan características comunes. 

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