A través de la investigación, el estudio y la práctica, el hombre consiguió escoger de entre millones de especies las mejores para usarlas como alimento, así mismo se interesó siempre por obtener las mejores semillas para lograr cosechas de calidad y de altos valores nutritivos. Los agricultores siempre han buscado las variedades de plantas que pueden adaptarse a las características climatológicas y geográficas. La altitud, el tipo o acidez del suelo, la salinidad, son factores determinantes en el proceso de selección de las cosechas a realizar. Los cruces entre diferentes especies de plantas, el tratamiento químico para desarrollar mutaciones y así obtener nuevas variedades de plantas constituyen los inicios de la modificación genética.

A raíz del desarrollo de la genética, las empresas y los propios agricultores se interesaron en buscar y adquirir nuevas variedades de plantas a través del cruce entre aquellas especies que destacaban más en las características que querían mejorar. De esta forma aumentaron los rendimientos en cantidad y calidad; y se pudieron obtener importantes cosechas a un bajo costo. Este proceso sin embargo ameritaba mucho tiempo, es entonces cuando aparece la ingeniería genética como tal, que permite la manipulación directa de los genes de las plantas.

A través de esta ingeniería genética se logra la creación de un organismo en el que se altera o modifica su carga cromosómica añadiendo uno o más genes de origen externo (transígenos) brindándole una propiedad que representa una ventaja en comparación a la especie original. Por ejemplo, una semilla de tomate resistente a una determinada plaga o al sol excesivo. Siempre se usa la carga genética de otra especie que no tiene nada que ver con la que se va a modificar. 

Tomate Flavr Savr.
La primera planta transgénica fue una de tabaco que poseía un gen de resistencia para el antibiótico Canamicina. En 1994 Estados Unidos aprobó la comercialización del primer alimento transgénico, un tomate del tipo Flavr Savr, cuyo gen que inducía a la maduración, hacía que durara más tiempo y retrasaba su putrefacción. Fue retirado del mercado porque su sabor era extraño, y presentaba cambios en su composición. Desde ese momento hasta la presente fecha la comercialización de los alimentos genéticamente modificados ha ido en aumento extendiéndose por todo el mundo.

Ahora bien, ¿qué tipo de regulación poseen las empresas y los alimentos transgénicos manipulados? ha tomado tiempo que exista un marco legal que regule las prácticas y comercialización de los alimentos transgénicos, de hecho, en muchos países aún no se aplica ninguna legislación o regulación acerca de los alimentos o cultivos de este tipo, otros países poseen normativas vigentes, pero no son aplicadas. 

En el año 2004 en la Unión Europea entra en vigor una normativa sobre el etiquetado de alimentos manipulados genéticamente, con esto se busca garantizar al consumidor el derecho a elegir. Recordemos que hay productos que son compuestos o poseen ingredientes como la soya, el arroz, el maíz y la canola. Con esta regulación estos deben indicar en su etiqueta si entre los componentes está presente alguno modificado genéticamente. Sin embargo, hay productos que escapan a esta regulación (leche, carne, mantequilla y huevos) es probable que así la persona no lo desee termine consumiendo algún transgénico, ya que el pasto que sirve de alimento al ganado y a otros animales es 100% manipulado genéticamente, según información de la propia trasnacional Monsanto.
Compañía agroindustrial.

En el año 2014 ya en 64 países era obligatorio de acuerdo a la ley el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente, sin embargo, no es hasta el año 2016 que en Estados Unidos entra en vigencia una ley que impone a las compañías etiquetar o colocar un código electrónico que permita indicar que es un producto que contiene elementos biotecnológicos. 

Así como diversas organizaciones solicitaban la creación de leyes que regularan la comercialización de los alimentos transgénicos otras agrupaciones sobre todo organismos científicos como la Asociación Médica Estadounidense (AMA) o la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS) se habían opuesto rotundamente al etiquetado obligatorio de los productos modificados genéticamente, ya que consideraban que no existía ninguna evidencia tangible de daños potenciales. Inclusive asumían como engañoso el etiquetado voluntario de alimentos genéticamente modificados porque hacía que las personas se confundieran y se sintieran alarmadas y vieran como una amenaza y un riesgo el consumo de estos productos. El etiquetado solo serviría si se hacía una campaña exhaustiva de información. 

Los puntos más importantes de la Normativa Europea pueden ser resumidos de esta forma: 

  • Cuando se trate de organismos manipulados con destino alimentario (frutas, cereales, semillas etc.) la solicitud de autorización debe someterse a una evaluación de impacto y plan de seguimiento sobre liberación de organismos modificados genéticamente.
  • Aquellos productos alimenticios obtenidos a partir de alguna manipulación genética deben ser etiquetados, aunque su producto final no contenga ADN o proteínas transgénicas, así como de todos aquellos derivados de la manipulación genética y destinados a la alimentación animal. En la etiqueta debe aparecer que el alimento o producto contiene o ha sido elaborado “a partir de organismos transgénicos o modificados genéticamente” 
Entre los aspectos negativos de esta normativa se pueden citar: 

  • No regula ni establece ninguna norma sobre el etiquetado de la carne, la leche, y cualquier derivado de animales alimentados con hierbas transgénicos. Un grave error si consideramos que la mayor parte de los cultivos transgénicos actuales (soya, maíz) van destinados a pastos compuestos. Los alimentos transgénicos siguen siendo consumidos sin que pueda evitarse, ni siquiera existe la opción de escoger si se desea mantener en la dieta habitual o no. Los productos elaborados con enzimas, fermentos u otras sustancias manipuladas genéticamente y que sean utilizadas en el procesamiento alimentario tampoco necesitan etiquetado.
  • La Unión Europea cuenta con esta normativa, sin embargo, faltan elementos por considerar, leyes o una legislación sobre daños a la salud y la responsabilidad en esto de las compañías que realizan las manipulaciones genéticas. Aun cuando ellas evaden cualquier tipo de obligación o compromiso, ya que continuamente afirman que los transgénicos no representan ningún riesgo para la salud.
  • Falta de normas para contener la contaminación genética asociada a la introducción de cultivos.

¡COMENTA!: